Estrategias para reducir el estrés por calor en la producción porcina
El verano trae días largos, sol intenso y altas temperaturas. Esto representa un desafío importante para los cerdos ya que son muy sensibles al calor.
A diferencia de otras especies, los cerdos no pueden sudar, y su forma de regular la temperatura corporal es limitada. Cuando la sensación térmica supera los 25 °C, su organismo comienza a tener dificultades para eliminar el exceso de calor, y si esto se mantiene por mucho tiempo, aparece el llamado estrés térmico.
¿Qué es el estrés térmico?
Es una respuesta fisiológica y conductual del animal cuando la temperatura y humedad, ambiente, supera su capacidad para eliminar el calor corporal. En otras palabras, es lo que ocurre cuando el cerdo recibe más calor del que puede disipar. En estas condiciones, los cerdos reducen su actividad, buscan zonas frescas y, sobre todo, disminuyen su consumo de alimento, ya que el proceso digestivo también genera calor.
Esto tiene consecuencias sobre su salud, crecimiento y rendimiento productivo.
¿Cómo afecta a cada etapa de producción?
El impacto del calor se nota en todos los sectores de la granja:
- Cerdas gestantes: pueden perder condición corporal y afectar el desarrollo de los fetos.
- Cerdas lactantes: reducen su producción de leche al comer menos, lo que repercute directamente en el crecimiento de los lechones.
- Lechones en recría: son muy sensibles a los cambios de temperatura y pueden sufrir deshidratación o menor vitalidad si el ambiente no se controla. Especialmente a temperaturas mayores a 30°C con alta humedad(mayor a 65%).
- Cerdos en engorde: bajan su consumo, ganan menos peso y empeora la conversión alimenticia.
En resumen, el calor no solo afecta el bienestar de los animales, sino también la eficiencia y la sustentabilidad del sistema productivo.
La nutrición como herramienta clave
La alimentación cumple un papel fundamental para ayudar a los cerdos a sobrellevar las altas temperaturas.
Estrategias:
- • Aumentar la densidad energética del alimento, incorporando aceites o grasas que aportan más energía sin generar tanto calor metabólico como los carbohidratos.
• Usar ingredientes más digestibles, que favorezcan una mejor asimilación y reduzcan el esfuerzo del aparato digestivo.
• Agregar vitaminas antioxidantes (A, C y E) y minerales como selenio y zinc, que fortalecen el sistema inmune y ayudan a contrarrestar el estrés oxidativo.
• Asegurar agua fresca y limpia en todo momento, el “nutriente invisible” que más influye en el bienestar animal durante el verano.
También se recomienda ofrecer el alimento en las horas más frescas del día, temprano a la mañana y al atardecer, para estimular el consumo.
El ambiente: un aliado fundamental
Además de la nutrición, el manejo ambiental es clave para prevenir el estrés térmico. Se debe aplicar distintas medidas que ayuden a mantener a los animales cómodos y saludables como, por ejemplo:
Ventilación adecuada:
- Es fundamental para renovar el aire, eliminar humedad y gases (como amoniaco y CO2).
- En sistemas confinados, se usan ventiladores de extracción o túneles de ventilación que mueven el aire de forma uniforme.
- En galpones más simples, abrir ventanas, cortinas laterales o rejillas ayuda a crear circulación cruzada.
- Aumentar la velocidad del aire mejora la sensación de frescura, pero hay que evitar corrientes directas sobre los lechones.
Sistemas de enfriamiento evaporativo:
- Aspersores y ventiladores: mojan al animal y el calor se disipa al evaporarse el agua.
- Nebulizadores o paneles evaporativos: enfrían el aire que ingresa al galpón.
- Siempre deben combinarse con buena ventilación para no aumentar la humedad ambiental y empeorar el calor.
Sombra y manejo del entorno:
- En sistemas al aire libre, proveer sombra natural (árboles) o artificial (media sombra, techos).
- Evitar pavimentos oscuros que acumulen calor.
- Mantener zonas con barro o bebederos amplios para permitir que los animales se refresquen.
Evitar el hacinamiento, ya que aumenta la temperatura y el nivel de estrés.
Un entorno bien diseñado permite que los animales gasten menos energía en regular su temperatura y aprovechen mejor el alimento que consumen.
Bienestar animal y sostenibilidad: dos objetivos ¿Complementarios?
Controlar el estrés térmico no es sólo una cuestión de productividad: es también una forma concreta de cuidar el bienestar de los animales y promover una producción responsable.
Un cerdo cómodo, con acceso a agua fresca, alimento de calidad y un ambiente ventilado, es un cerdo más sano y eficiente.
Conclusiones:
El calor es un desafío que se repite cada año, pero con planificación y compromiso se puede enfrentar sin comprometer el bienestar animal ni la calidad de la producción.
